domingo, 25 de septiembre de 2011

Entrevista al filosofo frances Francis Wolff, por: Carla Sarabia



  • francis wolff-filósofo
    FRANCIS WOLFF, FILÓSOFO, PROFESOR EN LA ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE PARÍS Y EXPERTO TAURINO

    “Negar la tradición taurina es muestra de ignorancia y de indiferencia cultural”

    24-08-2010 | Carla Sarabia. París
    "Es imposible amar algo que no se conoce”. El rechazo de la tradición taurina “procede, casi siempre, de un desconocimiento cultural”. Él sí. No sólo amante de los toros, también defensor del toreo en su país, Francis Wolff es consciente de que “para que haya una cultura taurina, tiene que haber contacto, conocimiento, respeto e incluso amor por el toro”.





  • Carla Sarabia. Corresponsal en París.
    Wolff es miembro del Comité científico del Observatorio nacional de culturas taurinas, encargado de apoyar e impulsar el reconocimiento de la tauromaquia como patrimonio cultural por parte del ministerio de Cultura y por la Unesco. Sobre el impacto de la decisión catalana, en esta entrevista a LA GACETA, se muestra optimista: “No influirá en Francia y marcará el inicio de la ‘Reconquista’ de una tradición que “está más viva que nunca”. En el país vecino, no es el único que lo piensa. Según la última encuesta realizada por el periódico del sur francés Midi Libre, el 51% de los lectores se opone a la prohibición de las corridas de toros. Olé.
     -¿Cómo se ha vivido entre los aficionados franceses la decisión de Cataluña?
    Ya sabíamos que la mayoría de catalanes es indiferente u hostil a las corridas. Pero de ahí a prohibir una fiesta nacional…Nos parece que se equivocan. Es un grave error creer que la corrida es inmoral. Esta prohibición no va a mejorar las condiciones de vida del toro sino más bien lo contrario.
     -¿De dónde viene esa hostilidad ante una tradición tan antigua?   
    Negar la tradición taurina es muestra de ignorancia y de indiferencia cultural. Las plazas de toros en Cataluña no han sabido promover la fiesta, por ejemplo, mediante la organización de una feria en Barcelona. Además, existe una generación de aficionados que no pudo o no quiso transmitir a los jóvenes su pasión por los toros y los valores de esta práctica. 
    -¿Cuáles son esos valores? 
    Éticos: valentía y sangre fría; caballerosidad y dignidad; dominio de sí mismo; lealtad y sinceridad en la lidia; solidaridad con los compañeros... Y entre los valores estéticos, la creación de la belleza y de la armonía a partir del caos salvaje de la arrancada de un toro bravo, el sentido del trágico mezclado con su opuesto, el sentido de la fiesta, lo sublime del espectáculo...
    -¿Teme un riesgo de contagio al otro lado de los Pirineos? 
    Influirá menos en Francia que en otras regiones españolas o en países sudamericanos. Esta decisión provocará un auge de los movimientos anti taurinos en el mundo, sin embargo, las corridas en Francia no sufrirán un impacto inmediato. 
    -¿Por qué? 
    En Francia la reivindicación de la tauromaquia es minoritaria. En España, es mayoritaria y hoy en día, para obtener derechos, parece ser que hay que presentarse como una minoría ‘oprimida’, lo que ha hecho triunfar el movimiento antitaurino en Cataluña frente a la fiesta identificativa de todos los españoles. Espero que la prohibición catalana marque el inicio de la ‘Reconquista’. 
    -¿Cree que la decisión de esa minoría catalana es un pretexto para desvincularse de un símbolo español? 
    Todo nacionalismo debe reinventar permanentemente su pasado y construirse un enemigo todopoderoso frente al cual debe presentar su propia “nación” como víctima. Por supuesto que existe una dimensión nacionalista en esta lucha contra uno de los emblemas nacionales, pero no hay que limitar el problema al ámbito político. Existe una dimensión cultural, que consiste en querer romper con las tradiciones consideradas arcaicas –la España negra-; y otra ética: la defensa –errónea- de los animales. 
    -¿Errónea? 
    Durante siglos, las corridas de toros, condenadas por los moralistas por las mismas razones que el teatro, estaban consideradas degradantes para el torero, porque se rebaja hasta el nivel de la bestia: la lucha contra un animal envilece al hombre. Hoy en día, la crítica se ha invertido: la lucha contra un hombre degrada al animal. Ahora las condenas de la corrida de toros se hacen en nombre del respeto por los animales y no por los hombres. Se mete todo en el mismo saco: la caza, la vivisección, la corrida de toros, la ganadería industrial y, en el futuro, la alimentación a base de carne o los zapatos de cuero. 
    -Es distinto… 
    Se confunden las condiciones de vida de los toros, que son buenas, y las de muchos cerdos, que no lo son. Las condiciones de muerte de los toros -en una pelea y en público- y las de los animales de matadero -ni vistos ni conocidos-, la violencia del combate que libran los toros en el ruedo y la experimentación animal que se aplica a animales impotentes…  
    -También resulta que el animal tiene los mismos derechos que el hombre. 
    La ideología que se extiende y la que el movimiento antitaurino defiende consiste en poner en el mismo plano animales y hombres: ¿No tenemos que tratar a los animales como tratamos a los hombres?”. La intención parece loable porque es una manera de extender a los demás seres vivos la compasión, la simpatía, y por tanto, la moralidad que nos liga a los hombres. Mera apariencia. Intentando alzar a los animales hasta el nivel en el que debemos tratar a los hombres, necesariamente rebajamos a los hombres al nivel de los animales. ¿Qué quedaría de los valores de justicia, equidad, generosidad y fraternidad? ¿Qué sería de los valores de la convivencia, si reducimos la comunidad humana a esa otra, infinitamente más vaga y menos exigente que nos liga a los animales, sea cual sea el afecto que tengamos con algunos o el respeto que debemos a todos?
    - La velocidad, el tabaco, los ‘bollos’, ahora las corridas…¡el caso prohibir! 
    Mañana, ¿contra qué la tomarán? ¿Qué inocente placer será descrito como perverso? ¿La caza deportiva, la pesca con caña? Eso ya está. La producción de foie-gras ya está prohibida en varios países. ¿Habría primero que “desaconsejar vivamente” el consumo de carne y de pescado -por razones supuestamente morales- para después autorizar su consumo solo bajo ciertas condiciones, para finalmente prohibirlo? Y pasado mañana, ¿“desaconsejar” la leche, el cuero, la lana… porque suponen explotación animal? ¿Y por qué no la miel? ¿O la seda producida gracias a la invención por parte de los chinos de una mariposa? ¿Hasta dónde irá la obsesión de nuestro “Bien” y la locura prohibicionista?
    -El Rey de España está tardando en reaccionar ante un ataque contra la libertad como es la prohibición de las corridas. 
    Dado que la iniciativa del Parlamento catalán procede de un movimiento de extrema izquierda republicano, comprendo que para Don Juan Carlos sea, sin duda, difícil manifestarse sin ‘echar leña al fuego’.
     “La muerte es el complemento indispensable de la vida”
    En el sur de Francia, se organizan cada año más de un centenar de corridas. Desde el siglo XVIII, 75 comunidades en este país comparten la tradición.
    El Comité francés del Observatorio de las culturas taurinas reflexiona sobre el sentido de la muerte del toro en un espectáculo público. Francis Wolff lo describe de esta manera: “Ciertos enemigos de la Fiesta creen que amar las corridas es tener algún gusto morboso por la sangre o la muerte". "Se oponen que se muestre la muerte".  "Pero, ¿no será que, en la época actual, se pretende esconder la muerte como si de una enfermedad vergonzante se tratara? Hoy día, la muerte se esconde en la soledad y el olvido de los hospitales, en los cementerios anónimos, en el silencio de los mataderos".
    "En la corrida de toros se hace de la muerte una ceremonia, se rodea de signos visibles, la hace importante y esencial en la vida". "El silencio en el momento de la estocada no es el silencio de la soledad y del olvido, sino del combate que le ha precedido, el silencio ganado sobre la fiesta de la vida". "Morir para el toro no es solamente dejar de vivir, es haber sido derrotado como cualquier ser viviente en su lucha con la muerte, en su combate por la vida, un combate que comenzó en su nacimiento y que ha representado en el ruedo”. Y para el torero esta misma muerte significa que ha vencido su propio miedo a morir, que ha ganado su derecho a matar al animal y a vivir como hombre".